ESTE PAÍS NECESITA OTRAS POLÍTICAS. LA IZQUIERDA MERECE OTROS LÍDERES

No querríamos tener que resaltar lo que a continuación se expresa, porque Foro 26J ha nacido desde la sociedad civil con intención proactiva para plantear propuestas y acciones que permitan ir superando la situación actual de crisis a todos los niveles y con ello abrir la esperanza a nuestra ciudadanía para  que las soluciones lleguen cuanto antes, pero las inexplicables circunstancias que se están dando nos obliga previamente a decir en estos difíciles momentos:
¡BASTA YA!
Este país necesita otras políticas. La izquierda merece otros líderes.
Millones de familias españolas en paro y a las puertas de la pobreza. Decenas de miles de jóvenes obligados a emigrar. Problemas territoriales de calado sin resolver. Intolerables casos de corrupción y comportamientos inmorales en la vida política. Ausencia de mecanismos suficientes de transparencia y de sistemas de control y participación ciudadana. Políticas de ajuste severo y continuidad en el descuadre de las cuentas públicas con alarmante crecimiento exponencial de la deuda pública. Exigencia por parte de la Unión Europea de nuevas medidas austericidas  que contrastan con el inquietante estado del sistema de pensiones y de la tesorería de la Seguridad Social. Poder financiero sin regulación. Órganos constitucionales de control, como el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial o el Tribunal de Cuentas politizados. Empobrecimiento de las clases medias y de la población más humilde, injusto reparto de sacrificios frente a la crisis. Y ante este crudo escenario, los políticos españoles de los partidos mayoritarios haciendo manifiesta dejación de su función esencial y de espaldas a la realidad.

Un PP deslegitimado para el ejercicio del gobierno por la multiplicidad de causas abiertas contra sus miembros y la propia organización por supuestas prácticas corruptas. Con un Presidente, del partido y del Gobierno, pretendiendo no sólo eludir cualquier responsabilidad por ello, sino repetir como líder de un gobierno que debiera haber abandonado si en este país la decencia política existiera. Un PP y un gobierno que se permiten, por boca de su vicepresidenta, decir: “antes que la coherencia jurídica está la coherencia política y personal”, olvidando que España es un Estado de Derecho.

Un PSOE perdido, incapaz de ilusionar a millones de ciudadanos que soportan tantos sacrificios, cuya solución planteada ha sido sumarse al mismo mantra de las otras fuerzas políticas: “la culpa es de los demás”, para no afrontar la realidad, mermado y atrapado su liderazgo en una maraña de poderes fácticos internos. Adornado con un discurso incoherente y sin relación con su peso como segunda fuerza política, que muestra a una organización más preocupada en ser adelantad a por su emergente rival que en convencer a la ciudadanía de sus propuestas con hechos. Un partido más centrado en no perder que en ganar, renunciando a la gobernanza.

Unidos Podemos, que olvida su originaria idea de transformación radical por una oposición acomodaticia. Que ha envejecido con celeridad, acabando en más de lo mismo. Nuevas caras que no aspiran a un cambio real sino a quitar a los que están para ser la nueva élite gobernante. Así, parecen empeñados en seguir despilfarrando apoyos sociales e, instalados igualmente en la impotencia del bucle, piden a los demás que tomen una iniciativa sin que ellos den pasos: facilitar acuerdos para una iniciativa de cambio real que la ciudadanía espera como agua de mayo.

Ciudadanos, ejemplo de la vaguedad y con el discurso cada vez más vacío, la nada como ideario y la venta de sus escaños al mejor postor como única oferta. Un día defiende la pluralidad y el progreso, mientras al siguiente, girando, pretende otorgar sus votos al continuismo más rancio. Ha renunciado a la regeneración y a la lucha contra la corrupción, mostrando las premisas que en el fondo subyacen en quienes están detrás de su inspiración.

Y unos partidos nacionalistas instalados en una frenética huida hacia adelante con un análisis exclusivamente compartido y asumido por sus fieles. Además la corrupción también asola y atraviesa al partido mayoritario y gobernante en Catalunya.
En consecuencia, una clase política que se muestra ser incapaz de dialogar, de negociar y de oír a la ciudadanía, que tan necesaria anda de ser escuchada, para poder cerrar un gran acuerdo de Gobierno de Progreso, acorde con la mayoría social salida de las urnas del 20D y del 26J.

En tanto, Mariano Rajoy, Presidente en funciones, se niega a dar un paso atrás y se retrata como ejemplo del miedo visceral a la exposición pública y a la asunción de responsabilidad. Enmascara su propósito de perpetuarse, sin cambio alguno, en sus políticas ni realiza concesiones al resto de partidos, en una apuesta interesada que contraviene la Constitución: negarse a presentarse a la investidura si no consigue de antemano apoyos para gobernar, a sabiendas de que una repetición electoral aumentaría la abstención en el hastiado e indignado cuerpo electoral de la izquierda que soporta el esperpento del bloqueo de su representación política estéril mente enfrentada.

Asistiendo a esta ceremonia de la confusión que conduce al descrédito democrático, la ciudadanía perpleja observa cada vez más la consumación de su divorcio con la clase política, siente la impunidad y la irresponsabilidad de quienes se suponen sus representantes, escucha sus mentiras y ve cómo incumplen los compromisos electorales. En consecuencia, desconfía cada vez más del sistema institucional para solucionar los graves problemas cotidianos que le acucian, dejando de creer en las bondades de la democracia, convirtiéndose en el objetivo perfecto del populismo demagógico, o de algo peor.

En este sentido, nos indigna la debilidad y la falta de calidad democrática de nuestras instituciones políticas y de sus gobiernos, incapaces de garantizar la justicia social, la igualdad y la aplicación de un reparto equilibrado de abnegaciones a la hora de afrontar con más legitimidad la crisis.

El fortalecimiento de nuestro sistema democrático requiere medidas consensuadas en el Parlamento para regenerar la actividad política, que necesariamente pasan por prevenir, perseguir y castigar la corrupción, el fraude y la evasión fiscal, hacer transparente la financiación de los partidos, reformar el sistema electoral, apuntalar y reforzar la sanidad pública, renovar el sistema educativo, investigar y depurar la mala gestión de las entidades financieras, afrontar la crisis con actitudes de diálogo hacia los movimientos y agentes sociales, y profundizar en una democracia más participativa, transparente y de más calidad.  Y eso solo puede hacerlo un Gobierno de Progreso sin la presencia de Rajoy ni del PP. Y en todo caso las fuerzas que aspiran a un cambio progresista debieran trasladar a toda la ciudadanía la confluencia y el consenso en las materias antes citadas.

No tenemos en el Parlamento a quien eleve la voz de quienes hacemos una reflexión crítica, libre de ataduras, de quienes pensamos que la crisis de la política exige un nuevo marco de relaciones y de compromisos entre los partidos y la ciudadanía. Una nueva Cultura Política que nos conduzca a reformas normativas de calado en favor del fortalecimiento de la democracia tanto en la sociedad como en el interior de los partidos.
No encontramos en los partidos mayoritarios los líderes idóneos que encabecen nuestra necesidad colectiva de vincular el ejercicio de la política a la honestidad, la ética, la transparencia, la eficiencia, la ilusión, y la reivindicación contundente de la sujeción a la legalidad.

No entendemos tampoco cómo una sociedad que aparentemente dijo basta, no reacciona ante la incapacidad de unas políticas y de una clase política que además de no solucionar sus problemas, le crea otros nuevos. Se echa de menos una mayor exigencia pública ante una supuesta élite que está demostrando con creces su mediocridad.

Habría que evitar unas nuevas elecciones, pero no vale un acuerdo a cualquier precio. Seguimos apostando por uno de Progreso, que venga a dar solución a los males que nos aquejan, con dignidad y decencia.

¡Basta ya de tanto desatino! Reconozcan con humildad sus errores desde el 20D hasta aquí y rectifiquen 180º su rumbo, para volver a recuperar la confianza del cuerpo electoral.Y, si no son capaces de hacerlo, que se vayan y dejen paso a otr@s que puedan hacerlo.

La mayoría ciudadana está esperándoos, no nos falléis.

29 de julio de 2016


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2 comentarios:

  1. Soy uno de esos ciudadanos que no entiende los cálculos partidistas que impiden alcanzar un programa común entre PSOE, Podemos-IU y Ciudadanos. No fue posible para el 20D y parece que tampoco tras el 26J.

    Nos sentimos simplemente traicionados y no por todos de igual manera.

    Es casi imposible que se movilice el 30% de la población exigiendo un acuerdo de los tres partidos y un gobierno que presida el PSOE.

    Pero a lo mejor se puede intentar.

    Sería necesario un debate entre ciudadanos para cerrar el texto y organizar manifestaciones por todo el país.

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  2. Soy uno de esos ciudadanos que no entiende los cálculos partidistas que impiden alcanzar un programa común entre PSOE, Podemos-IU y Ciudadanos. No fue posible para el 20D y parece que tampoco tras el 26J.

    Nos sentimos simplemente traicionados y no por todos de igual manera.

    Es casi imposible que se movilice el 30% de la población exigiendo un acuerdo de los tres partidos y un gobierno que presida el PSOE.

    Pero a lo mejor se puede intentar.

    Sería necesario un debate entre ciudadanos para cerrar el texto y organizar manifestaciones por todo el país.

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