1ª DECLARACIÓN PÚBLICA . LA IZQUIERDA : CAMBIO Y UNIÓN

Los resultados electorales del 26-J no han acompañado los sueños de quienes queremos vivir en un país digno, justo, solidario, orgulloso de sus servicios públicos, con reparto equilibrado de sacrificios y de rentas y el ejercicio honesto de la política, sin lugar ni espacio para la corrupción y el fraude fiscal.

No se ha castigado como debiera  la corrupción, las medidas de recorte excesivo para quienes menos tienen, la desigualdad, la codicia, las indecentes cifras de desempleo y precariedad laboral, la pobreza infantil, el fracaso escolar, el deterioro de la sanidad pública, la mirada hacia otro lado cuando no la indolencia por erradicar la violencia contra las mujeres y tantos problemas que han acosado nuestra sociedad estos últimos años.

Como tantas otras veces, la desunión de la izquierda, su confrontación y un debate público estéril divorciado de los problemas acuciantes que tiene la ciudadanía, ha vuelto a ser la mejor baza para una derecha que sabe movilizar a sus votantes y que sabe aprovechar el discurso del voto útil.

 La falta de miras de las fuerzas progresistas, centradas sólo en luchar entre ellas incluyendo el reproche mutuo de la culpabilidad por la nueva convocatoria a las urnas, ha traído como consecuencia el retraimiento y desencanto de miles de potenciales votantes progresistas que decepcionados por enésima vez, han renunciado a participar en el proceso electoral en tanto la derecha del PP ha acudido unida y en masa.

La pelea entre el PSOE y Podemos  por intentar echar al otro del espacio político ha sido la condena de ambos y  ha traído como consecuencia la resta en lugar de la suma, la derrota en vez del triunfo de la izquierda.

En este sentido, el PSOE no puede seguir confundiendo el progresismo con un discurso anodino lleno de clichés y vaguedades que no resulta creíble y que, poco a poco, va minando tanto la imagen como la moral de un partido que se desangra, con un Pedro Sánchez atado por su Comité federal, la escenificación del pacto con Ciudadanos como único eje posible, la negativa a la última propuesta de Compromis y su renuncia a definirse en campaña sobre su política de alianzas el PSOE puso sobre la mesa de negociación la imposibilidad de ser alternativa, a la vez que durante la campaña ha mostrado la carencia de proyecto socialista e incapacidad para reinsertarse en la sociedad, planteando una estrategia a la defensiva, no contra la derecha, sino contra el temor al sorpasso.

También hay que ser conscientes de que en la caída de la izquierda y en la desmovilización de su electorado han tenido buena parte de culpa los líderes de Podemos. La canalización del descontento mediante un discurso inicial, incendiario y cortoplacista, ha dado lugar a que su repentina moderación les haya llevado a ser percibidos como un engranaje más de ese sistema al que decían combatir, generando el rechazo de una parte importante de un electorado que ellos mismos radicalizaron para sus intereses.

Es imposible que el cuerpo electoral pueda metabolizar en tan escaso periodo de tiempo el paso de un planteamiento original  antisistema a un discurso transversal, para, tras el 20-D, involucionar a otro basado en la lucha de clases y acabar, en la nueva campaña electoral del 26-J, instalado en la moderación y la socialdemocracia, con la sonrisa puesta hacia el PSOE y ZP, no sin antes escenificar el abrazo lacrimógeno al Julio Anguita de `las dos orillas´.
Además, su intento de fagocitar y anular a toda fuerza política que pudiera discutirle la posición de partido único en ese lado del arco ideológico sólo ha servido para debilitar su postura y llevar al hastío a un importante número de votantes de la coaligada formación absorbida. Tampoco se ha comprendido que en la negociación frustrada de la anterior legislatura no existiera en Podemos la sensatez de la táctica política.

 A añadir, la complejidad del panorama territorial en que nos hallamos. Mientras en Cataluña y en Euskadi, Podemos y `Catalunya en Comú´, han obtenido unos magníficos resultados, en el resto del Estado, ante el peso y el desapego de `las confluencias´ a la marca Podemos en muchos lugares, la formación morada ha dejado de ser contemplada como una opción real para la transformación del conjunto de España.

No obstante, a pesar de todo lo anterior y de la campaña del miedo y sobre el Brexit, que no han sido únicos factores determinantes del resultado habido, esa amarga derrota de la izquierda, aparte de hacer recuperar al PP y dejar respirar a Mariano Rajoy, no significa ni mucho menos volver a la situación anterior al 20-D. Los números muestran que existe una base social suficiente, 15 millones de personas, frente a los ocho millones del `status quo´, como para conformar una mayoría de cambio muy amplia.

Tampoco significa que se blanquee o se indulte la corrupción del PP ni que se deban aceptar con resignada impotencia las nuevas tropelías de este partido que con estupefacción extrema se siguen conociendo día tras día. El PP  ha generalizado la corrupción y cometido la mayor sustracción de libertades y derechos de la historia democrática de España, y eso no puede olvidarse,  ni amnistiarse, sino  juzgarse política y judicialmente en un Estado de Derecho.
Por ello, se hace imprescindible en el campo de la izquierda afrontar la nueva realidad, aunque no guste, de cara a coordinar iniciativas conjuntas y estar preparados para una legislatura que promete no llegar a los cuatro años. Y con valor, humildad y generosidad, con cultura de pacto conformar alianzas para la defensa de los propios planteamientos sin imposturas, cada cual desde su nicho, pero asumiendo que ambos partidos de la Izquierda precisan cambio y unión.

Cambio hacia un discurso más allá del progresismo de salón. Coherente, serio, bien armado, honesto y alejado del vocerío y la exaltación de la rabia sin más. Un proyecto sólido construido para inteligencia de la ciudadanía con propuestas explicadas claramente y en detalle.

Y unión para una finalidad común, que no puede ser otra que la defensa del bienestar y la dignidad de la ciudadanía más allá de egos, vanidades, aspiraciones personales, intransigencias, falsas lineas rojas, o servilismos no declarados. Esto, ahora, sólo se puede lograr a partir de una oposición comprometida, resistente, negociadora, que controle y denuncie con la razón y el rigor a la vez que ofrece alternativas creíbles y viables.

Corresponde inicialmente al PP tomar la iniciativa lo antes posible para lograr cierto respaldo parlamentario. La responsabilidad de que se forme o no un Gobierno conservador corresponde exclusivamente al Partido Popular, que tendría que pagar el peaje de su aislamiento durante los últimos años, de su incapacidad para sumar más allá de su reaccionaria y avasalladora mayoría absoluta.

Nunca estaría justificado ser cómplice y salir al rescate de un partido marcado por la corrupción y los recortes sociales, ayudándole a conseguir lo que no es capaz de lograr por sí solo en las urnas. Incluso en la hipotética, pero no imposible, situación de un bloqueo insalvable, seguiría sin estar justificada la apelación a la abstención responsable y al “sentido de Estado”, ya que así se estaría privando a la ciudadanía de una alternativa de izquierdas.  No resulta descartable desde el bloque progresista y de cambio conformar una alternativa de gobierno entre PSOE y PODEMOS, con la inclusión o abstención de Cs, claramente diferenciada de la derecha cavernícola, que aún sigue siendo posible con lo deparado por el 26-J ya que no apostamos por una nueva convocatoria electoral.

Debe la Izquierda asistir atenta al inicio de las negociaciones, tratando de incluir en el debate público sus propuestas de regeneración democrática y económica, y, en el caso de llegarse a otro escenario distinto por la imposibilidad del PP a formar Gobierno, abordar sobre todo las de carácter social. Buscar el máximo consenso posible, para, dejando al margen las cuestiones sobre las que no exista un acuerdo de mínimos (las menos), a través del dialogo y la cooperación dejar claro ante la ciudadanía que está capacitada para lograr un acuerdo de Gobierno amplio que aglutine a la inmensa mayoría de la sociedad, de cara a atender sus demandas, responder a sus intereses y asegurar sus derechos. Una hoja de ruta de progreso que funcione tanto como programa de gobierno como de oposición.

A 7 DE JULIO, 2016.


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2 comentarios:

  1. Importante abrir un diálogo sereno y responsable para que exista una iniciativa política de la Izquierda y el Progresismo desde la que generar -aun desde la oposición- unas bases para el Cambio, y para abordar la Emergencia Social y para adoptar una política clara ante la UE que recupere los horizontes de la Europa Social

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  2. Llegada a la situacion actual,pienso que terceras elecciones deben evitarse,porque intuyo que van a subir pp y podemos y psoe va a diluirse...y entonces????otra vez ellcciones?....Desgraciadamente estaremos en la oposicion por algun tiempo y será el momento de regenerar el partido o tal vez se convierta en un partido de centro derechay nosotros tendremos que decidir donde nos encuadramos.

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